Anna Sorokin/Delvey, la estafadora alemana tendencia en Netflix

Vanessa Acosta
8 Min Read

¿Cómo una joven de veintipocos años logró engañar y defraudar a bancos, hoteles, mecenas y grandes damas de la Quinta Avenida de Manhattan?

Pues simplemente aparentando lo que no era (una heredera alemana a la espera de una gran fortuna) y logrando que los demás la creyeran gracias a su encanto, la seguridad en si misma y el saber estar en el mundo de la moda. Es la historia de Anna Sorokin, también conocida como Anna Delvey, que conmocionó a gran parte de la alta sociedad neoyorkina a finales de la década pasada y que ahora ha vuelto al primer plano de la actualidad con el reciente estreno de ‘¿Quién es Anna?’, la nueva serie de Shonda Rhimes para Netflix.

 

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Anna Sorokin/Delvey aseguraba en los círculos más poderosos de Manhattan que heredaría 55 millones de euros. Con esas credenciales se le abrieron puertas para dormir en hoteles cinco estrellas, comer en los restaurantes más exquisitos, viajar en aviones privados o asistir como invitada a fiestas para celebridades. Sin embargo, la realidad era que Anna Sorokin no tenía ni iba a tener una gran fortuna. Había nacido en el seno de una familia humilde y trabajadora en las afueras de Moscú en 1991 y que su padre no era un diplomático y un magnate del petróleo como afirmaba, sino un ex camionero que emigró a Alemania para dirigir un negocio de calefacción y refrigeración.

Una imagen de la serie '¿Quién es Ana?' (Netflix) en la que la actriz Julia Garner interpreta a Sorokin

Una imagen de la serie ‘¿Quién es Ana?’ (Netflix) en la que la actriz Julia Garner interpreta a Sorokin

Anna se mudó junto a su familia en 2007 a Alemania y cuatro años más tarde se trasladó a Londres para asistir a la prestigiosa escuela de bellas artes y moda Central Saint Martins, entre cuyos alumnos estuvieron Stella McCartney y Alexander McQueen. Pero pronto lo dejó y regresó a Alemania antes de mudarse nuevamente a París para trabajar como becaria en la revista Purple. En este momento fue cuando decidió reinventarse como Anna Delvey.

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En 2013, la revista la envió a Nueva York para la Semana de la Moda. Le encantó tanto que decidió quedarse allí y se trasladó a la oficina de Purple en la ciudad. Gracias a la naturaleza de su trabajo tuvo acceso a numerosas fiestas y eventos de élite dentro del mundo de la moda. No tardó mucho en dejar esa revista y empezar a construir su nuevo estilo de vida fraudulento bajo el nombre de Anna Delvey.

La joven solía asistir a destacados eventos de la ciudad

Anna Sorokin/Delvey solía asistir a destacados eventos de la ciudad

La joven de melena castaña y rostro angelical, que solía vestir ropa de Balenciaga y Alaïa y unas gafas de pasta Céline, se ganó la amistad de las élites de Nueva York, frecuentando los mejores establecimientos donde solía dejar propinas de 100 dólares. Durante esa época, vivía en hoteles de lujo (como The Standard o The Mercer) hasta que la echaban tras meses de acumular facturas sin pagar.  Más de una vez acudía a sus amigos para pedirles un préstamo temporal mientras su tarjeta “no funcionara”.

Uno de los grandes proyectos que trató de impulsar (y que vemos en la serie de Netflix) fue la Fundación Anna Delvey, un club privado en Manhattan que albergaría una colección de arte contemporáneo, bar, restaurante y discoteca. La inversión prevista era de más de 40 millones de dólares.  Propuso la idea a varios empresarios como Aby Rosen y Roo Rogers. Su idea era alquilar el histórico edificio Church Missions House. Para garantizar los préstamos, fingió de manera fraudulenta ser su propio aval en Europa, falsificando transferencias bancarias y estados de cuenta para hacer creer a los bancos que estaba a punto de recibir 60 millones de dólares de parte de su padre.

La joven ruso alemana pasó cuatro años entre rejas entre 2017 y 2021 y ahora está detenida a la espera de la deportación porque se ha quedado en Estados Unidos más tiempo de lo que su visado le permitía

Sin embargo, un viaje a Marruecos en 2016 significó un punto de inflexión en la imagen que había vendido. Anna invitó a su amiga Rachel Williams, editora de fotos de la revista Vanity Fair, a Marrakech donde se alojaron en  el hotel de cinco estrellas La Mamounia. Allí no repararon en lujos y Anna, ante la preocupación de Rachel por lo que iba a subir la factura, le aseguró que ella lo pagaría todo. Sin embargo, llegado el momento, la tarjeta de Anna era rechazada continuamente. Anna le pidió a Rachel utilizar su tarjeta como garantía y como una formalidad hasta que la suya funcionara. Pero eso nunca llegó a ocurrir y Rachel quien pagó el coste total: 62.000 dólares. Nunca se los devolvió.

Ahí ya empezó a levantar sospechas en el círculo en que se movía. Finalmente, en 2017 fue arrestada tras haber dejado sin pagar una factura de casi 12.000 dólares en un hotel de lujo y se enfrentó a un juicio que fue seguido con gran expectación en Estados Unidos. Fue acusada de seis delitos graves y un delito menor por falsificar documentos del banco para la Fundación Anna Delvey.

Pasó dos años en la prisión de Rikers Island antes de enfrentarse a un jurado popular. En mayo de 2019, fue declarada culpable de seis de los ocho cargos en su contra y sentenciada a entre cuatro y 12 años de prisión, además de tener que pagar una multa de 24.000 dólares y una restitución de 199.000 dólares, y ser deportada a Alemania después de cumplir sentencia.

Anna salió de prisión en febrero de 2021, solo dos años después de su condena, por buena conducta. Sin embargo, un mes después fue detenida por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas a la espera de la deportación, ya que se había quedado en Estados Unidos durante más tiempo de lo que su visado le permitía. Una vida fraudulenta llevada al límite y con demasiado deprisa.

Fuente: La Vanguardia

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