El agricultor Luis Angeles cosecha sus cebollas antes de que terminen de crecer para aprovechar los altísimos precios de este alimento que en Filipinas se ha convertido en un producto del lujo.
Los precios de la cebolla se han disparado en los últimos meses, alcanzando hasta 800 pesos (casi 15 dólares) el kilo en los supermercados de Manila, más caro que el pollo o el cerdo.
Algunos restaurantes la suprimieron de sus platos y muchos hogares, agobiados por la inflación más alta en 14 años, dejaron de consumirla.
Para enfrentar la demanda y poner el precio por debajo de 200 pesos, el gobierno autorizó la importación de 21.000 toneladas de cebolla.
Pero los precios continúan elevados y agricultores como Angeles han cosechado antes de lo normal para aprovechar los ingresos.
“Lo que está pasando es histórico”, dice Angeles, de 37 años, mientras sus empleados extraen de la tierra pequeños bulbos blancos y morados en la localidad norteña de Bongabon, la autoproclamada capital nacional de la cebolla.
“Es la primera vez que los precios alcanzan este nivel”, explica.
Cuando comenzó a cosechar en diciembre, Angeles alcanzó hasta 250 pesos por kilo de cebolla.
Pero en las góndolas de los supermercados de Manila, el precio estaba a más del doble, por encima del salario mínimo diario.
“Le dije a mi familia ‘vendamos la cebolla en lugar de comerla'”, contó Candy Roasa, de 56 años, al caminar por un mercado de la capital donde dice que vio bulbos pequeños vendidos por hasta 80 pesos cada uno.
El humilde vegetal se ha convertido en símbolo de riqueza en este empobrecido país asiático.
Una novia utilizó los costosos bulbos en lugar de flores en su ramo matrimonial.
Recientemente, tripulantes de un vuelo de Philippine Airlines procedente de Oriente Medio fueron detenidos en el aeropuerto de Manila por intentar introducir cebollas de contrabando.
“Mala planificación”
No es la primera vez que Filipinas enfrenta la escasez de un alimento básico que hace disparar los precios. Ya ocurrió con el azúcar, la sal y el arroz.
Bajas cosechas, altos costos, falta de inversión en irrigación y maquinaria, falta de sitios de enfriamiento y de carreteras, además de los frecuentes tifones, han perjudicado al sector agrícola.
Brotes de plagas y el encarecimiento del petróleo y los fertilizantes tras la invasión rusa a Ucrania agravaron la situación de los agricultores.
Pese a las promesas del gobierno de aumentar la producción local de alimentos, el país sigue dependiendo de las importaciones para alimentar a los 112 millones de habitantes del país.
El presidente Ferdinand Marcos asumió el cargo de secretario de Agricultura para revivir al casi moribundo sector, que representa un cuarto de los empleos del país pero solo 10% del PIB.
“Nuestro sector agrícola enfrenta grandes desafíos”, sostuvo Geny Lapina, profesor de economía agrícola de la Universidad de Filipinas.
Cada filipino consume en promedio 2,34 kilos de cebolla por año y en teoría el país produce suficiente para cubrir esa demanda, según datos oficiales.
Pero como el clima tropical solo permite una cosecha anual de cebolla, las existencias se han agotado o perdido antes de la siguiente cosecha.
El reciente levantamiento de restricciones por covid-19, que permitió retomar los festivales de comidas y congregaciones familiares por Navidad, provocaron un aumento en la demanda de cebolla.
William Dar, secretario de Agricultura bajo el expresidente Rodrigo Duterte, comentó que la escasez se habría podido evitar si el gobierno actual hubiera permitido la importación en agosto.
“Este es el resultado de la mala planificación”, declaró Dar a la televisión local ABS-CBN.
Filipinas es uno de los países más vulnerables al impacto del cambio climático y está aquejado por la mala alimentación.
La edad promedio de los agricultores es 57 años, y el tamaño promedio de las fincas cayó a 1,3 hectáreas, desde casi tres hectáreas en los años 1960.
Muchos agricultores no son dueños de la tierra que cultivan y no pueden invertir para mejorar la productividad sin ayuda del gobierno.
Salvador Catelo, un economista agrícola de la Universidad de Filipinas, comentó que hay “muchos desafíos que deben ser resueltos de inmediato”.
“Tenemos riquezas naturales que no poseen muchos otros países, lo cuales están (mejor) que nosotros en términos de productividad y autosuficiencia”, destacó Catelo.
Con la llegada de cebollas importadas, Angeles teme que los precios caigan a hasta 30 pesos el kilo antes de que termine su cosecha.
“Estamos tratando de que nuestra inversión sobreviva”, afirmó.
Fuente: AFP