Verón-Punta Cana.- La circunvalación Verón-Bávaro se ha convertido en un riesgo latente para conductores cada vez que llueve. La obra, que prometía agilizar el tránsito y mejorar la seguridad vial en la zona, hoy representa todo lo contrario: un trayecto peligroso donde el más leve aguacero puede convertirse en la antesala de una tragedia.
La causa es clara y alarmante: la vía carece de un sistema adecuado de drenaje o filtrantes. Como resultado, el agua se estanca peligrosamente tanto en las orillas como en el centro de la pista. Esta acumulación no solo reduce la visibilidad y dificulta el paso, sino que también provoca deslizamientos al desestabilizar los vehículos, incluso a baja velocidad.
Testimonios de conductores frecuentes de la vía coinciden en lo mismo: «basta que llueva media hora para que la carretera se vuelva un completo peligro». El agua cubre franjas enteras del pavimento, y los vehículos, especialmente los livianos, pierden el control fácilmente, incrementando el riesgo de accidentes.

Es inaceptable que una carretera de reciente construcción, con una inversión tan elevada, presente fallas tan elementales en su diseño. ¿Cómo es posible que una obra inaugurada en 2021 carezca de un sistema básico de drenaje, especialmente en una zona propensa a lluvias frecuentes? La falta de previsión técnica y supervisión en la ejecución de este proyecto es un reflejo de negligencia.
La seguridad vial no puede seguir siendo una promesa vacía mientras la vida de los ciudadanos está en juego cada vez que caen unas gotas de lluvia.