Bávaro, Punta Cana.- El destino turístico más importante de República Dominicana, es sinónimo de playas paradisíacas, resorts de lujo y una industria que genera millones de dólares al año. Sin embargo, detrás de este atractivo frente de sol y arena, se esconde una realidad que pocos se atreven a mencionar: Bávaro se ha convertido en tierra de nadie.
Mientras los turistas disfrutan de cócteles en la playa y excursiones en catamarán, en los barrios de Bávaro, más allá del deterioro de sus calles, reina el desorden. La droga, la prostitución y la inmigración descontrolada han convertido a esta zona en un territorio donde la ley brilla por su ausencia. Los puntos de droga operan con total impunidad, y los deliverys de sustancias ilícitas recorren las calles sin restricciones, como si fueran simples repartidores de comida.
La falta de control ha dado paso a una violencia creciente. En los sectores más vulnerables, las disputas se resuelven a machetazos. Las imágenes de mujeres y hombres enfrentándose en las calles con armas blancas se han vuelto comunes, mientras que la comunidad, atrapada en este caos, observa con resignación.

A pesar de que Bávaro es una fuente de ingresos millonarios para el país, el orden no existe. Mientras en las zonas turísticas se mantiene una aparente seguridad para los visitantes extranjeros, en las comunidades locales la situación es completamente distinta.
La inmigración descontrolada también ha generado un impacto significativo. La llegada masiva de personas en busca de oportunidades ha saturado los servicios y ha creado asentamientos donde las reglas son impuestas por quienes dominan el bajo mundo.
Bávaro no puede seguir siendo tierra de nadie. Es inaceptable que una de las zonas más rentables del país esté sumida en el caos y la violencia. Se necesita una intervención inmediata de las autoridades para devolver el orden, frenar la delincuencia y proteger a la comunidad que habita detrás del telón turístico.
El desarrollo de un destino no puede medirse solo en cifras económicas. Si Bávaro quiere seguir siendo un referente mundial en turismo, debe garantizar seguridad y calidad de vida para todos, no solo para quienes lo visitan, que en ocasiones tampoco lo reciben, sino también para quienes lo llaman hogar.