La oferta habitacional superó a los competidores
Los turistas buscan cada vez más alternativas a la hora de pernoctar en un nuevo destino, y en República Dominicana esta tendencia cobra cada vez más fuerza.
A agosto del año pasado, el país contaba con 43,302 propiedades de renta corta, según el Ministerio de Turismo. Para diciembre del 2022, se trataban de 39,943 residencias activas, un 101.6 % más que en el mismo mes del 2018, de acuerdo con un estudio realizado por la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores) y auspiciado por el Banco Popular.
Durante esos cinco años, la oferta habitacional de estas residencias en la República Dominicana se aceleró a un 23 % anual, superando el ritmo de crecimiento de naciones competidoras como Jamaica (10 % anual) y México (9 %).
En efecto, estos alojamientos contaban con 98,970 habitaciones en el 2022, lo que elevó la oferta habitacional dominicana en 17,365 habitaciones por encima de México (81,695) y 71,476 más que en Jamaica (27,494).
Para agosto del 2023, este número ya había aumentado en 106,990.
“Ley de Say”
Según el tercer informe del “Impacto del turismo en la República Dominicana” -que analiza el efecto multiplicador de esta industria en toda la economía y los factores que han aupado su expansión-, se crearon un 44 % más de alojamientos no hoteleros en 2022 respecto al año anterior, al pasar de 27,576 propiedades disponibles en 2021 a las 39,943 a las que llegó ese año.
Para la fundadora de la firma de consultoría Analytica, Jacqueline Mora, esta oferta ha sido una “gran complementaria” de las habitaciones hoteleras, para atraer a un tipo de turista con preferencias distintas a los extranjeros tradicionales que se decantan por un todo incluido.
75.3, Cantidad en millones de dólares en ingresos que aportaron los alquileres de renta corta en la República Dominicana en el año 2022.
“Hay un perfil (de turista) para las habitaciones no hoteleras: ese perfil es cuando tu ves gente joven, que quizás no tenga dinero para durar siete días en un hotel y dura cinco en un alojamiento no hotelero; el dominicano ausente -que no venía a hoteles- está comenzando a venir a estos mismos Airbnb, porque son ellos quienes los están comprando”, destacó.
Indicó que lo que ha pasado en este segmento emula un principio de la ley de Say, atribuida al economista