Bávaro–Verón–Punta Cana vive sumida en un desorden vial que parece no tener doliente. La Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT) está en su punto más bajo de operatividad en la zona. El caos es evidente, la autoridad ausente y la población, cansada.
Basta con recorrer los cruces de Friusa, Coco Loco, Downtown y Cabeza de Toro para ver lo que ocurre a diario: vehículos circulando en vía contraria, choferes del transporte público deteniéndose en plena curva, motores sin casco, semáforos dañados desde hace meses y agentes que, en lugar de imponer orden, parecen resignados al descontrol.
Lo más preocupante es que, pese a múltiples denuncias de residentes y medios locales, la Dirección General encabezada por el general Pascual Cruz Méndez no ha tomado acciones visibles ni correctivas. Su silencio y su inacción se han convertido en cómplices de un desorden que afecta tanto a ciudadanos como a turistas.
En un destino que mueve millones de visitantes al año, no se puede permitir que el tránsito sea una ruleta rusa. Aquí no hacen falta operativos mediáticos “por temporada”; se necesita autoridad diaria, planificación seria y presencia efectiva en las calles.
El general Pascual Cruz tiene la responsabilidad de recuperar la confianza ciudadana. No basta con discursos sobre control y orden: hay que demostrarlo con hechos. Bávaro–Verón–Punta Cana merece una DIGESETT activa, moderna y funcional, no una institución decorativa que aparece solo cuando hay cámaras.
El turismo necesita orden, la comunidad exige respeto y el país observa.
Si la DIGESETT no actúa ahora, el caos terminará devorando el destino más importante de la República Dominicana.





