Hong Kong.– Tras el devastador incendio en el residencial Wang Fuk Court, que dejó 156 fallecidos, la ciudad pasó de la conmoción al duelo, los homenajes a quienes actuaron con valentía y la exigencia de respuestas por los fallos que permitieron que el fuego se extendiera con tanta rapidez.
La indignación pública ha obligado al Gobierno a prometer que buscará responsables en cada nivel. Hasta ahora, hay investigaciones penales por presunta negligencia y corrupción en obras de rehabilitación, con directivos e ingenieros detenidos.
Paralelamente, las autoridades han arrestado a activistas —incluyendo un estudiante— que protestaban pidiendo transparencia, alegando motivos de seguridad nacional.
El dolor colectivo quedó reflejado en ceremonias como el rito funerario taoísta realizado junto a los edificios calcinados, símbolo de una ciudad que honra a sus víctimas y reclama justicia.






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