Bávaro, Punta Cana.- A estas alturas del 2025, hablar del estado de las calles en El Cortecito y Los Corales ya no es solo una queja vecinal: es una tragedia en cámara lenta que, con cada día de lluvia, se convierte en una pesadilla para residentes, turistas y conductores. Las deplorables condiciones de esta vía, ubicada en pleno corazón de la zona turística de Bávaro, representan una afrenta directa a los ciudadanos que viven y trabajan aquí, así como a la imagen del país ante el mundo.
Basta con transitar por esta carretera para darse cuenta de que estamos ante una verdadera zona de desastre. Huecos que parecen cráteres lunares, aguas estancadas por doquier, y tramos completamente intransitables. Decenas de vehículos han sufrido averías importantes por culpa de estos hoyos, mientras que otros simplemente se han quedado atascados, atrapados en un terreno que más parece una trinchera que una vía de acceso a una zona turística.
Los residentes están al grito. La situación es desesperante. No hay forma digna de salir o llegar a casa sin antes vivir un caos al transitar por dicha avenida, y lo que debería ser una zona que brinde confort y accesibilidad a locales y visitantes, hoy se convierte en una trampa de frustración y peligro.
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Lo más indignante de todo esto es la cadena de promesas incumplidas. En septiembre del 2024, el ministro de Turismo, David Collado, anunció con bombos y platillos una inversión de 500 millones de pesos para la reparación y mejora de esta vía. La noticia fue recibida con esperanza por una comunidad harta de esperar. Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? Nada. Absolutamente nada.
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Peor aún, en enero de este año, durante su participación en Fitur, Collado reafirmó a Bávaro Digital su compromiso de “recuperar la zona”. Ya pasamos mitad del año y no solo no se ha iniciado ninguna intervención, sino que la situación ha empeorado drásticamente. ¿Dónde están los fondos prometidos? ¿Dónde está la supervisión? ¿Dónde está el respeto a la comunidad?
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Este abandono sistemático es inaceptable, y no puede seguir siendo encubierto bajo discursos huecos o promesas de futuro. El Cortecito y Los Corales no necesitan más palabras: necesitan maquinaria, trabajadores, ingeniería y una respuesta inmediata por parte del Estado.
En abril de este año se informó de que dicha reconstrucción estaba en la etapa de licitación por un monto de RD$ 250 millones, es decir, la mitad del monto anunciado por Collado en noviembre
Estamos hablando de una zona clave para el turismo, uno de los motores principales de la economía dominicana. Permitir que esta vía siga deteriorándose es no solo una negligencia administrativa, sino una forma directa de sabotear la experiencia del visitante y el bienestar del ciudadano.
El Gobierno y el Ministerio de Turismo deben asumir con urgencia su responsabilidad. La comunidad no merece vivir entre cráteres. El país no puede darse el lujo de tener zonas turísticas en estado de abandono total.
A estas alturas, las excusas ya no son válidas. Lo que hace falta es acción. Y la comunidad seguirá alzando la voz hasta que la promesa se cumpla.
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