Un patrimonio ecológico y turístico
Por: Angel Fernández / Especial para Bávaro Digital
En el corazón del Distrito Municipal Turístico Verón–Punta Cana se encuentra la Laguna Bávaro, una joya natural que forma parte del sistema de áreas protegidas de la República Dominicana. Su importancia no solo radica en la belleza escénica que ofrece a residentes y turistas, sino en su rol vital como ecosistema de equilibrio ambiental en una de las zonas de mayor crecimiento turístico del Caribe.
La Laguna Bávaro, con más de 2,000 hectáreas de extensión, es hogar de manglares, humedales, aves migratorias y especies endémicas que dependen de este hábitat para sobrevivir. Entre ellas destaca una especie única en el planeta: el Cyprinidon Higuey, un pequeño pez que únicamente existe en esta laguna. Su preservación, por lo tanto, no es solo un deber nacional, sino un compromiso con la biodiversidad global. Su existencia convierte a este cuerpo de agua en un patrimonio biológico irreemplazable, pues si la laguna se seca, el pez desaparecería para siempre.
Una joya ecológica y turística
La Laguna Bávaro no solo es importante por su biodiversidad. También es un atractivo turístico de gran potencial, al ofrecer actividades de ecoturismo, avistamiento de aves y paseos educativos que podrían diversificar la oferta turística de Punta Cana más allá de sol y playa.
Los manglares que rodean la laguna actúan como barreras naturales contra huracanes y marejadas, además de ser reguladores del clima local y reservorios de agua dulce vital para la zona.
El riesgo de la desecación
El crecimiento acelerado de la región, impulsado por la construcción de complejos turísticos, residenciales e infraestructura vial, ha puesto a la laguna bajo presión constante. Expertos ambientales han advertido que la extracción descontrolada de agua subterránea, la deforestación de manglares y la falta de un plan de manejo integral podrían llevar a su desecación parcial o total.
Un escenario así tendría consecuencias irreversibles:
Pérdida de especies únicas como el Cyprinidon Higuey.
Alteración de los ciclos naturales de aves migratorias.
Desbalance del ecosistema costero, afectando incluso la estabilidad de las playas cercanas.
Reducción del atractivo turístico de la zona, que ya compite en el mercado global por sostenibilidad y conservación.
Esfuerzos y desafíos
Aunque la Laguna Bávaro está bajo la protección legal del Ministerio de Medio Ambiente, la realidad muestra una brecha entre lo que establece la normativa y lo que ocurre en el terreno. Se han realizado estudios, planes de manejo y hasta iniciativas comunitarias, pero la presión inmobiliaria y la falta de seguimiento ponen en jaque su futuro.
Las voces de ambientalistas y comunitarios coinciden en tres puntos urgentes:
1. Regular las extracciones de agua subterránea en la zona.
2. Reforestar y proteger los manglares que rodean la laguna.
3. Implementar un plan de educación ambiental que involucre a hoteles, escuelas y residentes.
Un llamado a la acción
La Laguna Bávaro no es un lujo, es una necesidad. Es el espejo de agua que refleja el compromiso de la República Dominicana con la sostenibilidad turística que tanto promociona al mundo. Si se deja secar, no solo perderemos un ecosistema invaluable, sino también un símbolo de identidad y orgullo para Verón–Punta Cana.
Cuidar la Laguna Bávaro es, en definitiva, cuidar nuestro futuro. Y hoy, más que nunca, necesitamos que el Estado, las empresas privadas y la comunidad unan esfuerzos para que esta joya natural siga viva para las próximas generaciones.
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