Washington, D.C. – Una madre guatemalteca, indocumentada y con más de 10 años en Estados Unidos, dejó de llevar a sus hijos a la escuela tras la deportación de su esposo. El hombre fue detenido el mes pasado cuando salió de casa a comprar leche y pañales. Al inicio, él pensó que solo era un arresto de la policía local, pero poco después fue trasladado a un centro de detención en Virginia y posteriormente deportado.
La mujer, de 40 años, teme ser la próxima en ser detenida, por lo que mantiene a sus hijos en casa. Los tres nacieron en Washington; los dos mayores estudian en una escuela charter cercana, pero uno de ellos faltó varios días a clases debido al impacto emocional de la ausencia de su padre.
Las escuelas de la ciudad reabrieron recientemente en medio de una fuerte presencia policial y operativos de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en barrios que antes eran tranquilos. La llegada de agentes enmascarados ha generado escenas de tensión que podrían repetirse en otras ciudades donde el gobierno de Donald Trump ha desplegado fuerzas federales.
Profesores y padres de familia aseguran que el miedo se ha apoderado de la comunidad. Algunos estudiantes han visto a sus padres arrestados y otros temen que ellos mismos o sus familiares puedan ser los siguientes.
“El impacto ha sido un terror inmenso que pone en riesgo la seguridad de los estudiantes cada día, incluso al ir y venir de la escuela”, expresó Ben Williams, profesor y miembro de la Junta Estatal de Educación.
En barrios como Mount Pleasant, donde conviven familias inmigrantes en apartamentos con casas de alto costo, los agentes federales se han vuelto una presencia cotidiana. Vecinos han documentado arrestos y el temor de los niños es evidente. Raúl Cortez, salvadoreño, contó que su hijo de 7 años ahora tiene un miedo profundo a la policía: “Los niños saben lo que pasa, son muy conscientes”.
Para reducir el riesgo y tranquilizar a los padres, voluntarios de la comunidad han organizado “autobuses a pie”: grupos que acompañan a los niños desde sus edificios hasta la escuela. Frente a la Escuela Primaria Bancroft, donde se enseña en inglés y español, varios de ellos permanecen en las esquinas con chalecos naranjas y silbatos, listos para alertar si aparece personal de inmigración.





