Por: Enrique Loa (@enrique.loa)
Las falsas deidades o viejas costumbres de nuestra era contemporánea, y detrás del barniz del progreso y la modernidad se esconden engaños espirituales tan peligrosos como la idolatría de antiguo Israel.
Ahora, nuestra sociedad adora sin discernimiento el éxito profesional y social, fomentando el arribismo y el compromiso terrenal.
Pues, lastimosamente el dios del dinero reina como maestro indiscutible, exacerbando la codicia y la injusticia de forma desesperante.
Además, el cuerpo es idolatrado a través de los dictados de la apariencia física y el exceso hedonista.
Por ejemplo, los artistas musicales reemplazan a los ídolos de piedra despertando una devoción irracional por sus fanáticos.
Por otra parte, las redes sociales a su vez alimentan el culto moderado al ego, porque cada persona se erige como una deidad virtual en su altar digital, al que estos nuevos ídolos dirigen una esclavitud espiritual tan real de las falsas deidades antiguas.
Sin embargo, frente a estas seducciones mantengámonos firme con la ayuda del Espíritu Santo para ser fiel ante el Señor, hagamos como Elías y Eliseo, a no tener miedo ir de contracorriente denunciando el vacío de las promesas engañosas del mundo, ni conformándonos a este mundo sino transformándonos a la promesa de la palabra de Dios.