Verón-Punta Cana.- En un encuentro que parece más un intento de desactivar una bomba política que una simple coincidencia institucional, el director distrital de Verón-Punta Cana, Ramón Ramírez ‘Manolito’, y la alcaldesa de Higüey, Karina Aristy, se dieron un simbólico abrazo este miércoles, en medio de la creciente tensión por la anunciada municipalización de Verón. Ambos líderes aseguraron que prevalecerá el diálogo y que «la amistad es de familia y es irrompible».
“Esta provincia está unida”, dijo Aristy con una sonrisa, en una frase que intenta, sin mucho disimulo, calmar los ánimos de un conflicto que ha ido ganando temperatura en las últimas semanas, particularmente en torno a los arbitrios, la distribución de recursos y el protagonismo político que la zona turística ha venido reclamando desde hace años.
Por su parte, Ramón Ramírez hizo un llamado a bajar la tensión, con una expresión coloquial que no pasó desapercibida: “Que se beban su té de tilo, que va a haber solución”. Su frase, que mezcla diplomacia con carisma, sugiere que detrás del aparente relajo hay una estructura de negociación seria en curso. “Lo más importante es que nos vamos a poner de acuerdo”, afirmó, al tiempo que dejó en claro que, aunque a los empresarios de la zona se les pidió que paguen los arbitrios en Verón, en ningún momento se ha dicho que esos ingresos no serán distribuidos.
Análisis político y social: más allá del té de tilo
El encuentro entre ‘Manolito’ y Karina, más que un gesto de buena voluntad, debe leerse como una jugada política estratégica en un contexto donde los intereses territoriales y fiscales están en plena disputa. La municipalización de Verón es una demanda histórica que responde a realidades estructurales: el distrito aporta una parte significativa al PIB nacional gracias al turismo, pero aún arrastra déficits de inversión pública, servicios y representatividad política.
En este contexto, Ramírez propuso la creación de un foro entre legisladores y alcaldes, orientado a discutir acuerdos que se traduzcan en beneficios concretos e inversión sostenida para ambas demarcaciones. Hizo énfasis en que La Altagracia necesita un trato diferenciado, considerando la desigualdad en el monto per cápita que reciben algunas provincias en comparación con lo que produce económicamente la zona turística. Señaló que incluso Higüey recibe poco en proporción a su población, lo que abre un espacio para rediscutir el modelo de asignación de fondos estatales.
¿Unidad real o tregua temporal?
El discurso de unidad entre Karina Aristy y ‘Manolito’, aunque necesario, parece más una tregua temporal que una solución definitiva. Las tensiones en torno a la distribución de arbitrios y la autonomía administrativa de Verón son solo la punta del iceberg de una discusión más profunda: la redefinición del poder local en una de las zonas más dinámicas y desiguales del país.
Ambos líderes optaron por desescalar públicamente el conflicto, pero las negociaciones futuras prometen ser tan complejas como delicadas, en especial cuando se hable de porcentajes y competencias.
Lo que está claro es que este no es un simple problema de «vecinos políticos», sino una muestra más de que el centralismo y la débil descentralización administrativa siguen generando tensiones en territorios que ya no quieren ser satélites de un poder municipal distante, sino gestores autónomos de sus propios recursos.
Por ahora, el té de tilo se sirve con sonrisas, pero en el fondo, la verdadera conversación, la que definirá el futuro político y económico de Verón, apenas comienza.
El encuentro entre ambos ediles se llevó a cabo en el escenario de juramentación de la gobernadora de Higüey, Dra. Daysi De Óleo De Batardo, este miércoles 4 de junio.
