“Había un hombre entre los fariseos que se llamaba Nicodemo principal entre los judíos y este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que haz venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer esas señales que tu haces”
Juan 3:1,2
Sabemos que, los fariseos fueron un movimiento político muy religioso que se acoplaba fuertemente a los escritos de la Ley dada a Moisés. Sin embargo, Jesús le dijo:
“De cierto, te digo que el que ni nazca de nuevo, ni puede ver el reino de Dios”
Juan 3:3
Pero, la sacudida confusa de Nicodemo dice: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
Jesús le dijo: De cierto te digo, que el que no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es”
Juan 3:4 – 6
Realmente, nadie sabe cuando y como sucede. Ni mucho menos de donde viene y a donde va. Ni se puede ver, ni tocar. Así como el viento sopla y nadie la ve, porque solo lo podemos sentir y nuestro cuerpo se torna de una forma diferente.