Por: Enrique Loaiza (@enrique.loa)
«Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa una semilla en la tierra; y duerme y se levanta de noche y de día y la semilla brota y crece sin que el sepa cómo. Porque de él lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga y después tiene el grano lleno de espigas». Marcos 4:26 – 28.
Las palabras son como las semillas. Comienzan pequeñas y crecen hasta convertirse en algo grande. Si una persona siembra semillas de ira, indiferencia, crítica, impaciencia, insensibilidad, cuestionamientos o manipulación, el fruto será la falta de intimidad, calor humano, armonía y unidad provocando un enmudecimiento en la alegría, el gozo y la paz.
Uno de los problemas más grande que acarrea las relaciones sentimentales, tanto como las conyugales y las principales emocionales; es la falta de sensibilidad a la buena comunicación. Y eso sucede porque ambos géneros piensan de forma diferente.

Por eso, mis amados. Si un hombre y una mujer ven las cosas desde diferentes perspectivas, entonces es necesario hablar con Dios para que los ayude a ambos a ver las cosas desde Su grandiosa perspectiva. Y evitar el pleito o la falta de empatía, por el rechazo a la opinión del otro o los demás, considerando mejor su punto de vista personal.
«Así que, ya es una falta que se presenten pleitos entre ustedes mismos ¿Por qué más bien no sufren el agravio? ¿Por qué más bien no sufren ser defraudados?… Acaso ¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios?
1 Corintios 6:7,9
Todo hombre y mujer que busque su propia justicia, por algo que no está de acuerdo, se considera participante en el juego de los injustos. Y, esas semillas que siembra siempre traerán rencillas y contiendas.
Sabiendo que, si no nos gusta el fruto que estamos cosechando, es muy probable que sea tiempo de sembrar otro tipo de semilla. Haz como Jesús que con todo el agravio que recibió, nunca uso sus labios para defenderse, sino que oró al Padre, y se mantuvo en silencio.